Bienvenidos

En los albores de una nueva Era marcada por la oscuridad y las tinieblas, el mundo intenta alzarse entre ruinas de civilizaciones pasadas, destruidas y olvidadas.
En tiempos pretéritos la lucha entre los hombres se recrudeció. El ser humano se dejó arrastrar por el egoísmo, la ambición y la iniquidad, sumergiéndose sin percatarse de ello, en una espesa ciénaga de corrupción y vileza de la que nunca logró salir.
En el continente americano un poderoso imperio investido de una aureola de falsa moral enarbolaba con arrogancia su siniestra bandera, y bajo el pretexto de extender la libertad, arrasó y subyugó a todo aquel pueblo situado en las tierras del mal llamado Nuevo Mundo.
Lejos de allí, atravesando los revueltos océanos, las gentes de los desiertos y las sabanas, desesperados por el hambre y manipulados por quienes les colonizaban tras la máscara de protectores, se vieron abocados a luchas sangrientas y feroces, que se extendieron desde el norte hasta el sur. Saqueos, violaciones, guerras y destrucción sin fin, provocadas y controladas por poderosos y lejanos extranjeros, que se afanaron en hacer que esta situación se alargara y perpetuara, por el bien de sus intereses particulares.
Desde los Urales hasta la tierra del Sol Naciente, el más extenso de los continentes no soportó siglos de tensiones políticas y culturales, y se resquebrajó en dos bloques permanentemente enfrentados. Dos grandes genocidas se dividieron la tierra que pisaban sus ciudadanos, que pasaron a ser súbditos. Bajo la sombra de una media luna la mitad Este de los pueblos se enfrentaba a la mitad Oeste, que quedó sometida a la hoz y al martillo.
La vieja Europa, otrora gloriosa y dorada, había sucumbido a viejos fantasmas que alzaron bayonetas que se creían olvidadas, enfrentando a las naciones en un conflicto fraticida que resquebrajó por completo a la antigua guía de Occidente.
Cuando el fuego cesó, sólo vieron polvo y humo teñido por el granate de una sangre que jamás debió ser vertida.
Sólo quedó desolación y silencio, un silencio que aprovecharon los tiranos para, con el desvirtuado recuerdo de los siglos de grandeza, establecer férreas y temibles dictaduras, retrocediendo a los pueblos hasta épocas de fanatismo, feudalismo y brutalidad.

Y en este ambiente se alza Gracebell, en la Gran Bretaña dominada por el Partido Trinitario, cuyos tres principios, Estado, Familia e Iglesia, son desvirtuados y manipulados a conciencia, para someter bajo su inflexible yugo a toda la población del país.
Un Partido único, con un Líder indiscutible y una jerarquía fuertemente organizada.
Seguros de que Europa sólo avanzará partiendo desde los ideales de la Edad Media, cuando era el continente predominante, establecen un sistema casi feudal donde los diferentes Condados en los que se divide el Estado tienen una gran capacidad de autogobierno, respondiendo de sus actos ante el Partido sólo si sus decisiones entran en conflicto con la moral anglicana o con el ideario básico del Partido Trinitario.

Gracebell es por tanto un territorio donde el Alcalde, designado por el Partido, tiene poderes prácticamente absolutos. Es la máxima autoridad del Condado en materia ejecutiva, legislativa y judicial. Los Alcaldes permanecen en sus puestos hasta que el Partido designe a otro, renuncien o fallezcan, habiendo Alcaldes que en la práctica, son vitalicios.
La seguridad depende de una organización armada, denominada Guardia para el Mantenimiento de la Paz, más conocidos como los GMP. Funcionan como un cuerpo policial que dependen directamente del Alcalde.
Sus funciones básicas son: patrullar las calles y evitar las actividades delictivas, investigar y detener a todo aquel sospechoso de ir contra el ideario trinitario, perseguir a cualquiera que no practique la religión oficial, y sobretodo, detener a quienes posean un “don” o sean sospechosos de colaborar con ellos.
La Iglesia Anglicana es la única oficial en el Estado. Aunque formalmente el Líder del Partido Trinitario es la cabeza de la iglesia, en la práctica es el Arzobispo de Canterbury la máxima autoridad eclesiástica.
Como todo, el clero anglicano se ha fanatizado, condenando a todo aquel que practique una religión diferente, incluso si son cristianos, así como a quienes nieguen la existencia de Dios o la autoridad de la Iglesia.

Gracebell es una de las poblaciones más antiguas de Gran Bretaña. Fundada en un principio como un campo de prisioneros debido a sus duras condiciones climatológicas, tuvo un desarrollo paulatino entorno al Crow’s Castle.(Castillo del Cuervo) centro principal donde residía el Señor de Gracebell, que hacía las funciones de alcaide de la gigantesca prisión.
Con los siglos, el Castillo se convirtió en un lugar lóbrego y abandonado, y la oscura historia de Gracebell cayó en el olvido.

Sin embargo sigue sin ser un lugar fácil para vivir. La temperatura media anual no pasa de los 6º y en los peores meses de invierno puede llegar a alcanzar hasta los -20º.
La nieve es parte indispensable del paisaje de Gracebell.

Es aquí donde comienza nuestra historia…